Un poco de historia reciente…
Durante el mes de Diciembre de 2017 (e incluso previamente), y coincidiendo con la temporada más o menos baja para una parte de los trabajadores del sector, fueron creciendo paralelamente distintas iniciativas regionales (y en principio inconexas) en varias zonas del país para hablar e intentar unificar criterios respecto a las condiciones de trabajo que se debían dar en el sector.
En un origen se generan grupos de mensajería instantánea que terminan creciendo descontroladamente según se van volcando propuestas de las que mucha gente quiere ser partícipe y aportar, van surgiendo noticias de que hay iniciativas similares en otras zonas del país, etc.
Al poco, y según van creciendo los grupos, se va siendo (aún más) consciente de que la problemática del sector atañe a los trabajadores de todo tipo de eventos y de espectáculos, y en definitiva a todos los ‘técnicos efímeros’.
Y que no solo es cosa de (falsos) autónomos, sino que en esa realidad también se encuentran los ‘freelance’ (contratados por obra o servicio con convenios muy dispares cotizando menos horas de las trabajadas), los trabajadores que facturan a través de cooperativas, o los propios asalariados de las empresas que sufren hombro con hombro las mismas problemáticas, y de estos algunos con más miedos e incertidumbres que los primeros. E incluso algunas empresas que han de intentar hacer frente a presupuestos imposibles asumiendo un alto riesgo en un sector en el que parece que todo vale.
En casi todo el Levante y Andalucía, preocupados por la competencia desleal de trabajadores no cualificados, los concursos imposibles por parte de los ayuntamientos y la Administración de la región, que ahoga a las empresas y por extensión a los trabajadores con condiciones de trabajo muy comprometidas, y en muchos casos tarifas y/o sueldos imposibles.
En el caso de Madrid y alrededores, comienzan a plantearse acordar entre trabajadores autónomos en eventos corporativos unas condiciones mínimas comunes para todos, tales como jornadas de 9h de trabajo (las 8h estipuladas más 1h de cortesía) más 1h de comida (dieta incluida). Y a partir de esas 10h facturar horas extra (y como tal, más cara que la ordinaria) hasta un máximo de horas por jornada por cuestiones de conciliación familiar y personal, por seguridad, por descanso entre jornadas de trabajo, etc.
Pero todo termina haciéndose más grande de lo esperado, comenzando a crear conexiones entre regiones y estructuras similares. Se empiezan a plantear objetivos más globales que sean inclusivos con todos los regímenes de trabajadores, pretendiendo dignificar la profesión a través del reconocimiento de la misma, el desarrollo de un Convenio Colectivo nacional y posterior negociación del mismo.
Para esto se hace necesario la comunicación entre esas nuevas estructuras y las generadas tiempo atrás ya con camino andado y errores analizados (ATAE, TACE,…), casos de éxito en algunas comunidades (Galicia, País Vasco), etc.
Generamos sinergias o tiramos del cetac?